RUBÍ.

La pequeña saltaba desde bordillo a la piscina con sus manguitos puestos; el abuelo, desde el agua, la miraba, hasta que apareció...
Revoloteaba majestuosa acercándose al agua como siempre hacen sus hermanas, la niña se quedó perpleja; mientras que el alma voladora observaba los celestes ojos de la pequeña Clara con sus ocelos, la niña miró a su abuelo y le preguntó:
- Abuelo, ¿Cómo se llama ese pajarito rojo?
El abuelo, con esa ternura con que tratan los abuelos a sus nietos, le contestó:
- No es un pajarito cariño, es una libélula.
La pequeña se acercó al borde de la piscina y mirándola fijamente le dijo:
-¡Qué bonita eres, Rubí!.
Y ahí empezó una era de prosperidad, buena suerte, paz y armonía para Clara, como pasa cada vez que te topas con una libélula.

Foto extraída de la página: es.123rf.com

 

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