-¡Le he dicho mil veces que no me vacuno, coño!
-¡Y ya está, se acabó!.
-Esto de las vacunas es una verdadera barbaridad, todos los botes de Pfizer, de Johnson, de Moderna; coño hasta los de Astra Zeneca tienen un microchip incluido para poder controlarte constantemente, mandarte órdenes y tenerte continuamente localizado por GPS.
-¡Le he dicho que tiene que hacerlo, que es obligatorio vacunarse!
-¡Y yo le digo que no me sale de los cojones vacunarme!
-¡ESTOY HASTA LA CORONILLA DE TONTERÍAS CON LA VACUNACIÓN!
La sala quedó muda, en silencio, no se escuchaba ni el vuelo de una mosca, la tensión se podía cortar con un "cutter"; el siguiente de la fila miraba incrédulo al que tenía delante.
De pronto un “Sovni” (sopapo volante no identificado) voló a través de la estancia y se estampó directamente en el morro del "negacionista".
-¡Se vacuna usted porque se lo mando yo que soy el sargento, todos los reclutas que entran en el C.I.R están obligados a hacerlo, y punto!
Además ya sabe que estará arrestado hasta la jura de bandera por lo menos.
Esto hubiera ocurrido si nos hubiéramos tenido que poner la vacuna en la mili, ¿A que sí?
Y si nos acordáramos del terroncito de azúcar con la vacuna dentro en el cole, cualquiera le decía al maestro, o al cura, que no te vacunabas.
Pues eso.
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