-¡Niño apaga la luz que está muy cara!
Decía el padre, mientras se deleitaba con un juego espléndido de la Play Station, refrescado dulcemente por el split del acondicionador de aire.
El pequeño de tres años se volvió a su padre y le espetó:
-Creo que tú gastas más luz que yo; una bombilla de led, gasta más bien poco comparado con el aire acondicionado y la Play.
El padre miró anonadado al crío preguntándose de donde había sacado esa voz tan aguerrida.
Al momento se dio cuenta que el niño estaba apagando la luz en silencio, quien le había hablado era la voz de su conciencia.
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