INSENSIBILIDAD.

-No se te vaya a ocurrir derramar ni una lágrima, ni pronunciar un suspiro; que nadie pueda sospechar ni tan siquiera que tienes un atisbo de debilidad ante el dolor, siempre la cabeza alta, impertérrito y con la mirada impenetrable.
Así le hablaba el rey Olaf a su pequeño vástago de sólo cinco años Sven, ante el féretro que contenía los restos mortales de su querida madre, la reina Ragna.
Ese fue el aprendizaje, común durante la infancia, la adolescencia y la juventud del príncipe Sven; la insensibilidad fue anidando en su corazón hasta colmarlo. Cuando su padre cayó enfermo y no se podía valer por sí mismo, el heredero clavó un puñal en el pecho de su progenitor diciendo:
-No se te vaya a ocurrir susurrar ni un suspiro, ni una protesta, ni un quejido, ya ha llegado la hora de que yo sea El Rey.


Foto extraída de la página: definicionabc.com

 

Comentarios