EL PROTECTOR.

Protegía muchas cosas y arreglaba más; cualquier hoja rota, cualquier carta de amor desilusionada y arrepentida, papeles que no importaban hasta que nos dimos cuenta que sí; enmarcaba el dorso de los cuadros, y salvaba de la papelera las fotos de las rupturas.
Protegía de infecciones cuando no había a mano esparadrapo, y cortó alguna que otra pequeña hemorragia.
Pero también destruía...
Cuando queríamos guardar para la posteridad unas canciones en una casete, o un vídeo con bonitos recuerdos, le rompíamos la pestaña; pero el maldito celo era el precursor de su inminente muerte cuando la música se volvía obsoleta o las imágenes dolían ya más que alegraban.
Para reparar corazones, de momento no sabemos utilizarlo.


Foto extraída de la página: todocoleccion,net


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