Si nos ponemos a analizar la vida, como surge, como crece, como se desarrolla, como nace, como se va haciendo mayor, todo eso es extraordinario.
Si supiéramos todas las cosas que pueden pasar para que una vida se trunque incluso antes de ser vida.
Si fuéramos capaces de ver como sobrenatural lo que vemos como normal en el día a día; que el cuerpo funcione, que rule, que circule la sangre, que respiremos, que veamos (no todos por igual), que oigamos, que podamos tocar, recibir caricias, darlas, sentir la música; cómo pasa un día y otro día y nuestra vida sigue ahí, esperando a ser vivida.
Si pudiéramos llegar a comprender que cada día que pasa es un día menos de vida, y por ende, los pocos o muchos que te queden por vivir, será la vida que tienes.
¡Ay si comprendiéramos que la única diferencia entre una vida extraordinaria y una vida corriente reside en encontrar un placer extraordinario en las cosas corrientes!
El resto que nos quedara de vida, nos iría bastante mejor que hasta ahora.
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Foto extraída de la página: mujerglobal.es |
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