TUTANKAMÓN.

Su padre fue Akenatón, e instauró el culto al Dios único Atón, anulando al gran  Amón.

A la muerte de éste, su hijo, Tutanjatón se convirtió, por presiones de los sacerdotes de Amón y otras personalidades del antiguo Egipto, en uno de los primeros chaqueteros de la historia; volvió a los brazos del dios Amón y se cambió el nombre por el del Tutankamón.

Antes de que Howard Carter descubriera su tumba en 1922 era un faraón desconocido. Al no tener hijos hubo un tira y afloja importante entre el gran visir Ay y el capitán general de los ejércitos Horemheb. Ay envió a Horemheb a lidiar con los hicsos, enterró rapidísimo a Tutankamón y se proclamó faraón; pero duró muy poco y cuatro años después sería proclamado faraón Horemheb, que para más inri, sería el abuelo del más grande de todos los faraones de la historia, Ramses II.

Pues bien, para legitimar la sucesión, Ay y Horemheb se entretuvieron en convertir en un desconocido a Tutankamón: destruyendo estelas y derribando templos; una forma, como otra cualquiera, de esconder para siempre a una persona; condenándola al olvido y al ostracismo. Menos mal que Lord Carnarvon y Howard Carter pusieron su trabajo.

Pero no todos tienen un Howard Carter a mano.

Foto extraída de la página: elespanol.com